Si oyes una frase de ternura
que nadie pronunció a tu alrededor
no pienses que es delirio ni es locura,
es que te la he dicho yo.
Si intuyes un abrazo en el vacío
y compruebas que nadie te lo dio
no es que sueñas y tienes desvarío,
que quien te abraza soy yo.
Si escuchas un murmullo muy lejano
-así como si fuese una oración-
soy yo que, en la distancia, estoy rezando;
pidiendo por tu buena suerte a Dios.
Fe López-Mingo
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