No lo sé

Insegura digo: "ᵢNo!"
Y siento insegura: "Sí!"
Mi mente le echa de mí
y le trae mi corazón.

No me importa su vivir
y me preocupo por él.
Me pregunto: "¿Con qué fin?"
Y respondo: "No lo sé"

Oír su nombre no quiero
y mi oración es su nombre.
No le miro como hombre
y como hombre... le veo.

Encontrarle no deseo
y le busco donde esté
y me pregunto: "¿le quiero?"
Y respondo: "No lo sé"

Fe López-Mingo

1 comentario:

  1. Tal vez sean demasiado universales estos "sentimientos encontrados" o contradictorios. El año pasado, cuando mi madre estuvo rehabilitándose por su cadera en el hospital Virgen de la Poveda, se me ocurrió leerle algún soneto de Pablo Neruda, entre ellos el siguiente de temática tan similar al suyo:

    Sabrás que no te amo y que te amo
    puesto que de dos modos es la vida,
    la palabra es un ala del silencio,
    el fuego tiene una mitad de frío.
    Yo te amo para comenzar a amarte,
    para recomenzar el infinito
    y para no dejar de amarte nunca:
    por eso no te amo todavía.

    Te amo y no te amo como si tuviera
    en mis manos la llave de la dicha
    y un incierto destino desdichado.

    Mi amor tiene dos vidas para amarte.
    Por eso te amo cuando no te amo
    y por eso te amo cuando te amo.

    Ella aquel día simplemete comentó que aquello que a mí me gustaba tanto no era un soneto realmente, que me llevara el librito de "Cien sonetos de amor" de Neruda y que mejor le trajera las rimas de Becquer...

    Hay otros muchos sonetos clásicos (en el sentido estricto de la métrica y rima en que los entiende mi madre) que también expresan la contradicción del amor apasionado. Como este tan hermoso de Quevedo y tan ejemplo de oxímoron:

    Es hielo abrasador, es fuego helado,
    es herida que duele y no se siente,
    es un soñado bien, un mal presente,
    es un breve descanso muy cansado.
    Es un descuido que nos da cuidado,
    un cobarde, con nombre de valiente,
    un andar solitario entre la gente,
    un amar solamente ser amado.
    Es una libertad encarcelada,
    que dura hasta el postrero parasismo;
    enfermedad que crece si es curada.
    Este es el Niño Amor, este es su abismo:
    ¡mirad cuál amistad tendrá con nada
    el que en todo es contrario de sí mismo!

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